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VILLA AZUL

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Abriendo las puertas de la muerte...

viernes, 19 de marzo de 2010




Teníamos dos perros: Jazmin y Traviesa (ahora solo queda Traviesa).

Si mal no recuerdo, a mediados de mil novecientos noventa y ocho (hace doce años) mi tía Elvia (prima de mi abuelita Bertha) nos regaló una cría (fruto de “Piti” su perrita pekinés y “Nerón” un pekinés cruzado) este cachorrito fue el patito feo de la camada, creo que nacieron como cinco, de ellos el mas feíto llegó a nuestra casa, a mi papá como que no le gustó la idea de tener una nueva mascota, aunque eso no importaba porque mi abuelita fue la que dio luz verde a la llegada del recién nacido.
Yo entonces tenía once años y mis hermanas gemelas ocho años, andábamos alucinadísimos con la idea de tener un perro, es más nunca habíamos tenido uno, con las justas llegamos a tener un gato… de modo que andábamos loquitos y a mi abuelita se le dio por bautizarlo con el nombre de “Jazmin” ,“Jazmincito” sonaba bien sonaba bonito, por ahí mi abuelita le puso en el cuello una especie de lazo color rojo y el cachorrito quedó más lindo aun, parecía un peluche de esos que funcionan a pilas, nunca imaginamos que con “Jazmin” se estaba dando comienzo a una nueva etapa en la historia de nuestra familia… de nuestras vidas.

Nosotros nos dimos prisa porque “Jazmin” sea de inmediato un perro de verdad, caminábamos por la calle y lo dejábamos atrás con la intención de que nos siguiera, pero nada, también salíamos con “Peluza” su hermana que era linda de pelaje blanco… jugaban llenos de energía los cachorritos y nosotros niños apurados porque sean perros de verdad de los que les lanzas un palo y te lo traen o de los que les silbas y vienen en el acto a toda prisa moviendo la colita… en ese entonces “Jazmin” tenía días, semanas de nacido y no cumplía con nuestras expectativas (creo que lo estábamos presionando). Por la noche durmió en una caja de cartón perfectamente acondicionado por mi abuelita.

Sin pensarlo, sin advertirlo, se quedó con nosotros, años tras año, “Jazmin” estaba más lindo y siempre con su inteligencia nos sorprendía… ahora sí nos seguía a todo lado, ahora de inmediato respondía a su nombre y cuando nos veía venir corría desesperado moviendo la cola, dando esos ladridos enérgicos… así empezó a ganarse nuestro amor el “Cholo” el “Cholito”.

No lo admito, me duele, nos duele a todos la forma como ha terminado sus días (sobre todo yo, que tengo la culpa de que se haya muerto) son doce años, el ha marcado una etapa en la vida de mi familia… pobre “Jazmin” ha sido un perro especial, ha sido un perro inteligente, lleno de alegría y a la vez de tanto misterio en su oscuro mirar… ¿debe ser que los perritos presienten el día en que la muerte nos ronda? Por ejemplo, el día en que mi abuelita Bertha iba dejar este mundo, empezó a comportarse como nunca, estaba recogido en un rincón de la casa… nada le llamaba la atención y no daba el menor ladrido, mi abuelita estaba yéndose y el lloraba también, lloró incluso antes que nosotros… pobre “Jazmin” advirtió a la muerte y al igual que nosotros también dejó sus lagrimas caer…
“cuando mi abuelita sentada en la sala, Jazmin lo acompañaba, ella se hacía la dormida, cerraba los ojos y se inclinaba como cabeceando, el perro bien mosca, le ladraba, y buscaba de todas formas despertarla y lo lograba…” Le cuento a mi Tío Carlos un día antes de la muerte de “Jazmin”
Era un perro bravo y corajudo, era un perro escandaloso, era la canción mi perro.
Su misma raza, chiquito pero empalado; lo hacía reaccionar ante cualquier extraño, salía ladrando como si fuese un súper perro… ladraba pero no mordía, perdón si mordía pero a veces nomas, por ejemplo cuando teníamos un inquilino: Don Galarreta, a quien le prestábamos la ducha que quedaba en el fondo de la casa, por supuesto él se sentía en confianza y andaba en short y con toalla… sin embargo él no contaba que “Jazmin” odiaba a los intrusos y en una de esas cuando Galarreta salía recién bañado, (envuelto en su toalla como un bebé) “Jazmin” lo atacó por la retaguardia, se le prendió de la nalga y Galarreta en un acto desesperado por escapar del ataque de mi can, tiró la toalla y en paños menores salió corriendo… fue espectacular lo que aconteció ese día, fue gracioso, fue bárbaro… aunque lo siento por nuestro inquilino, ya que terminó con la nalga herida…

“Uuuuf la perra (Traviesa) lo pega, lo besa, lo ladra, lo jala… pero el se deja, esta viejito ya no se defiende, pero el sabe que ella juega con el… pobrecito” Dice mi papá un día después de que a “Jazmin” lo atropelló una camioneta y cuando todos esperamos con optimismo su pronta recuperación.
Las anécdotas que tengo de “Jazmin” son numerosas… además hoy día no estoy aquí para hacer un recuento de las mismas, por el contrario hoy día incentivado por el sentimiento de culpa, estoy escribiéndole esta nota a mi perro y que me disculpe donde sea que esté, porque cuando el estuvo vivo no le escribí ni media página… que me perdone porque yo he sido el que le abrió las puertas para que la muerte anticipadamente lo envolviera bajo su espantoso crespón… yo tengo la culpa y jamás lo he de olvidar y quien sabe el dolor producido a causa de su muerte sea el principio de tantos castigos que merezco por ser un chico malo… por haber actuado mal con mis semejantes, con mis enemigos y con mi familia… seré valiente y debo asimilarlo porque yo tengo la culpa de que ahora “Jazmin” descanse bajo la fértil tierra de nuestra huerta en la parte posterior de nuestra casa de Angasmarca… Me siento como Judas, nunca pensé jamás de los jamases imaginé que por mi culpa “Jazmin” se iba morir… eso duele y mucho… se siente como si te ahogaras y todo el día te duele la cabeza y duermes pero no descansas y los ojos se te hinchan… aunque finjas estar tranquilo, estas muriendo también…
Sus nombres últimamente han sido muchos: “Jazmin” , “Cholo”, “Cholito”, “Doctor”, “Baby” y “Viejo” (con todas sus variantes).
“el sabia cuando tu papá llegaba, el reconocía el sonido del carro y empezaba a ladrar y salía corriendo a verlo” Dice mi mamá minutos después de la muerte del perrito, y nos hace llorar mucho mas… y nos hundimos en mas llanto y dolor.
La mañana del diez de marzo, he levantado como a las nueve de la mañana… soñoliento aun, salí de mi habitación y en el pasadizo nos encontramos, el estaba sobre su esponja, quizás relajado, lo acaricié y le dije “cholito, mi cholo” y me siguió llorando hasta el lavadero donde estaba cepillándome los dientes, quien diría que sus últimos minutos antes del accidente los pasaría llorando a mi lado, yo como era costumbre, pensé que lloraba por salir a la calle, enseguida salí con el y abrí la puerta que da a la calle, me divertí cuando el correteaba tras otros perros que se había apoderado de la vereda de la casa, los desplazó a todos y yo entré a la casa de lo mas tranquilo, incluso con ganas de fastidiar a mis hermanas (despertándolas, quintándole el sueño) y en un segundo sonó la puerta, alguien tocaba con urgencia… disgustado salí a ver que pasaba y una señora cuyo rostro no recuerdo, me dijo sin cautela alguna:
“niño lo han matado a tu perrito… anda recógelo está en la carretera”
“queeee??? ” logré responder
“una camioneta ha sido anda velo” porfiaba la señora.
En milisegundos en mi mente hice la imagen de un “Jazmin” irreconocible por la fuerza del atropello y sentí vértigo tal vez y no quise salir… tuve miedo y volví donde mis hermanas y alarmado les di la mala noticia (ellas pensaron que era una broma) sin embargo no pude mas y salí corriendo preparado para todo… y ahí estaba (putamare) ahí estaba mi perro encorvado lleno de polvo lo cargué y no tenía heridas y volvió mi tranquilidad cuando sentí su resuello… lo traje hasta la sala y ahí mis hermanas estallaron, era mi culpa… estaba agonizando el pobre mientras tanto Raquel le dio todo tipo de primeros auxilios y Elvira lloraba como loca… lloraba buscando el teléfono para avisarle a mi papá, en la puerta de la casa todo tipo de curiosos que tal vez pensaban que el escándalo se debía por la muerte de una persona.
Mi papá dejó su trabajo y se apareció y me quebró verlo llorar… ahí sí que lloré con más fuerzas todavía… y mi cabeza ya no daba para más y mis ojos se achinaron tanto que me dolían y mi perrito luchaba, se aferraba a esta vida.
El veterinario nos dijo que tuvo un golpe interno y que se le había desarticulado la pata delantera del lado izquierdo… y según él ya lo había regresado a su lugar… le inyectó medicina para la infección y el dolor y aparentemente era cuestión de esperar su recuperación, claro no iba ser inmediata pero de todos modos se iba reponer.
Raquel y Elvira no lo dejaron solo ni un minuto… ni para dormir, no miento ellas estuvieron ahí trasnochando, es que pobrecito “Jazmin” no podía dormir y se quejaba mucho. Al segundo día (jueves) nos pareció verlo más animado, inclusive mi papá lo hablo y movió la cola, la calma volvió a nuestra familia (momentáneamente), le compramos suero y Raquel le daba con una jeringa… no se movían de su lado mis hermanas… sin embargo al tercer día (viernes) lo encontramos más triste, más débil y nos asustamos, son los efectos de la medicina pensamos, pero lastimosamente no fue así… y se fue lleno de dolor, se nos murió de la manera menos esperada, aunque sea de enfermito de viejo se hubiera muerto decíamos, Mi papá lo puso entre sus piernas y ya había fenecido y volvimos a llorar mucho, muchísimo… y claro yo peor porque yo he sido el culpable de esta nueva pena en mi familia.

“esta tibito todavía” decía mi papá.
“tómalo una foto” volvió a decir mi papá llorando… mientras el perrito como por obra de un ángel, adquiría la expresión como de dormidito, como si nunca su mandíbula hubiera quedado desviada.

Mi papá tuvo que irse a trabajar y mis hermanas cubrieron a “Jazmin” en una colcha y le pusieron una velita y no dejaban de llorar, al rato le cortaron un mechón de su pelo y lo guardaron como un gran tesoro también le pintamos con tampón la pata derecha y plasmamos su huella en un papel…

El sábado trece, mi papá buscó una caja de madera y otras tablas, para acondicionar el cajón de “Jazmin” y al cabo de una hora el ataúd de Jazmin ya estaba listo, le tomamos las medidas e hicimos un hoyo en el jardín de la casa, mientras papá cavaba con una barreta yo con una pala limpiaba… Lo ubicamos, envuelto en una toalla, seguido clavamos la tapa y de reojo miraba como lloraban mis hermanas… luego mi papá pidió un plumón y escribió sobre la caja:
“Jazmin 98-2010” seguido dibujó una cruz.

Y mi hermana Elvira más abajo escribió: “Siempre te recordaremos viejito lindo”
Lo enterramos, lo cubrimos de tierra, un poco de tierra Raquel, otro poco Elvira así hasta que quedó cubierto… así con nuestro sudor le dimos el ultimo adiós al mejor perro que hemos tenido en esta vida… y lo peor es que yo tuve la culpa, yo abrí la puerta, de no haberlo hecho el “Viejo”, estuviera vivo, aquí entre nosotros ladrando, jodiendo a todo mundo que se acercase a nuestra puerta… cierro los ojos y lo imagino hace años… machazo el y empalado… sin percatarse que su propio dueño le abriría las puertas hacia la muerte…