Una de la Mañana: En el "Cienfuegos", hace algo de frio y mientras saborea su Coca Cola prende el tercer cigarrillo, lo disfruta como nadie y en la mesa ve la sombra que proyecta el ala de su sombrero, el humo se cuela por sus orificios nasales mientras la soledad de su ser se apacigua tantito, carajo es la una piensa y llama a la señora que está sentada tras la barra viendo en un televisor de ocho pulgadas una película mexicana titulada “Abismos de pasión” , las imágenes en blanco y negro la tienen atrapada y el viejo Eugenio rezonga:
-Marita!!! Carambas…-
-ya hombre, ni que una estuviera sorda
-a tu edad…-
La septuagenaria lo mira a través de esas rectangulares gafas que lleva y le contesta:
-anda duerme viejito cocacolero-
-no quieres venir abrigarme???- todo pícaro le responde Eugenio con mustia voz intentando ser galante.
-otro día te voy a calentar si??-
-estás segura Marita?-
-si claro, te voy a calentar los cachetes con el sopapo que pienso darte, viejo atrevido!!!-
Saca en ese momento del bolsillo interior del saco diez soles y lo deja junto al cenicero.
-espera ahorita traigo tu vuelvo-
-ya sabes que te lo debes quedar y preguntas-
-viejo enfermo, ya déjate de sonseras ahí viene mi marido-
-Dios te guarde Marita, hasta mañana…-
Los parroquianos lo ven salir, muchos lo conocen y respetan sus canas, lo ven misterioso con el sombrero de día y de noche, con esa bufanda de hace una semana, su guayabera , su saco oscuro, su pantalón marrón y ese par de opacos mocasines, los borrachos lo conocen y ese es su uniforme nadie lo falta todos lo reverencian.
Camina por el pasaje Carmona y refunfuña pues le han ladrado dos perros uno chusco y el otro una suerte de pastor alemán, es la una de la mañana y por las veredas caminan algunas cucarachas y el viejo piensa:
-cucaracha de mierda- y las aplasta.
Cruza con sigilo porque según él nunca falta un conductor borracho que maneja como loco, son la una más diecisiete minutos cuando deja atrás la Av. Puerto Argentino, ya está muy cerca de la pensión, por ahí escucha lejana una radio tocar, sus oídos no le ayudan pero su intuición le dice que es una de sus canciones favoritas: Motivos de Los Morunos, se frota las manos, busca en el fondo del bolsillo las llaves, las cuales penden de esa manito metálica ( limada a mano) la que según él ha destapado más de un millón de cervezas y fue de su padre.
Camina por una vereda tan antigua como él, se detiene piensa en darle una vuelta a la manzana, consumiendo un cigarrillo y pensando un bolero que se le ha quedado incrustado en su frágil memoria, esa canción que dice:
“Ayer pasé por tu vereda tu puerta estaba abierta y en el fondo te vi, mis ojos se llenaron de pena, recordando lo buena que fuiste para mi, seguí paso a paso a la esquina, allá en esa cantina con tragos me embriagué, creía así olvidar mi pena bebiendo copas llenas de ti más me acordé… ”
Con todo ya es tarde y Eugenio una vez más sube a su cuarto de grises paredes, de parquet cuarteado, de techo humo con paredes llenas de recortes de diarios, ingresa a ese edificio de antaño el que durante los últimos siete años se ha vuelto su único hogar, la puerta de su habitación chilla como en las películas de terror, se desenvuelve la bufanda y la cuelga en el espaldar de una silla de madera con paja, su sombrero va a dar en la mesa, el saco también y aunque a él le parezca algo normal, anhela con mucha fe que esta noche, la muerte de una vez por todas lo lleve bajo ese crespón maligno que a todos algún día nos ha de cargar y lleno de esperanzas de que al amanecer su corazón haya dejado de latir, se acuesta, amargo quizá con el aliento de sus tantos cigarros que hubo de fumar durante las últimas horas y sobre todo con el mal aliento de su vida sin amores, eso sí , es un signo de que la vida ya no tiene razón de ser, en conclusión, Eugenio quiere anticiparse a la muerte…
Son tres, mantas las que lo cubren:
1. Una colcha de polar, con cuadros marrones y cremas.
2. Una frazada de tigres llena de pelusas y motitas
3. Una frazada y tal vez la más gruesa y abrasadora blanca con rayas negras.
Lo abrigan a diario, lo protegen por un hilo del crespón maligno que él espera ansioso. Ahora ya casi son las dos de la mañana y va dar comienzo y le hará lucha a su ya acostumbrado insomnio que lo tiene semimuerto, siente en la oscuridad interfecta de su habitación como las voces de su juventud se manifiestan, piensa en la esposa muerta (además él es el sobreviviente de aquel naufragio de amor) y eso le confirma que transcurre su vida sin afectos, sin amor, sin compañía y se vale de eso para decir que ya no tiene objeto seguir habitando esta tierra, cualquier día carajo me han de encontrar frio piensa y se voltea para mirar a través del ventanal la extensión de la noche, a fuera los dos perros: uno chusco y el otro una suerte de pastor alemán le ladran a la luna…
Su dificultad para conciliar el sueño lo está acabando, aunque eso a Eugenio no le importa, él además de amanecer cadáver, busca a toda costa la manera de caer en los brazos de Morfeo, pero nada, suda muy poco y como un niño patea las frazadas, su pijama le estorba, se ha levantado y ahora viste un pantalón corto y se ha estirado como un gato se ha sobado los ojos y quien sabe bocabajo ahora si logre tumbarse y morir de sueño… suena la guitarra, zumba como el aletear de una abeja y recuerda a la perfección las notas que ayer o anteayer tocó en sus noches de bohemia en Barranco, o en Guayaquil esos años que están en el sótano de su mente a las dos de la mañana intensifican el insomnio… un gato maúlla atrás de una gata en celo en el techo contiguo y es desgarrador escucharlo… quien como tú gato matrero piensa Eugenio
Del segundo cajón de la mesa de noche y a tientas, saca el radio, pero está sin pilas, se vuelve a poner de pie y va a la ventana donde yacen una docena de pilas que día a día se recargan a la radiación solar, “De la noche a la mañana” es el programa que ha sintonizado en su radio “National” a pilas, escucha voces desconocidas, un pescador llama desde Colán, Piura y ha mencionado nombres y hechos de personas que Eugenio conoció hace siglos, se ha sobresaltado y ahora está sentado en la cama, se ha parado frente al calendario y ha constatado que es el año dos mil nueve, como podrían existir esas personas ¿era posible? ¿Quizá algunos homónimos? ¿Acaso Eugenio está siendo presa de algún tipo de demencia? , Eugenio está loco, se ha puesto el saco, el pantalón, los mocasines, menos el sombrero pero si la bufanda y eso sí bien envuelta porque si se va morir no quiere que sea de pulmonía, ha salido como un loco a las dos y trece de la mañana en busca de un teléfono... donde diablos tendrá los números??? Acaso se los aprendió de memoria???...
-Gustavo te jodiste- piensa Eugenio y se apura y obvia los ladridos de los dos perros: uno chusco y el otro una suerte de pastor alemán…
(continuará…)