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Mi niñez es eterna...

domingo, 30 de marzo de 2008

Mi niñez es eterna
(Borrador)



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Un día me puse a recordar, para ver desde que punto de mi vida tengo uso de razón, o sea (¿cual es el recuerdo más lejano, o uno de los primeros?):
Entre los recuerdos más remotos que tengo de mi vida, son aquellos de cuando era chiquito ufff un infante diminuto algo rollizo y con cabellos ensortijados con unos ojitos negros que todo el tiempo brillaban y cautivaban a cualquier familiar o persona que se me acercase; algunos me querían apachurrar me daban miedo, me alzaban en sus brazos muy alto muy arriba y era traumático ver la superficie terrestre desde esas alturas, no entendía porque aquellas personas hacían eso, si decían que me querían ¿porque me asustaban…? –al menos a mi me daba un poco de vértigo cuando me alzaban– y me decían arriba chiquito arriba gordito, en fin ahora estoy contento por haber crecido tanto y es un alivio saber que nadie me volverá a alzar…

En aquel entonces debí tener tres años, vestía un pantalón corto, unos botincitos bien diminutos, unas medias blanquitas muy impecables y un polito que creo me quedaba apretado por la prominente barriguita que a legua se me notaba, entonces mi papi me llevo al hospital Obrero –el que ahora se llama Lazarte Echegaray– subimos a un segundo piso por unas gradas de cemento con una baranda muy alta -más grande que yo- pasamos por un pasillo que borrosamente recuerdo y entramos a una habitación, ahí estaba mi mami, acostada creo que con una bata color blanco y para su lado derecho tenía una bebita bien chiquitita y muy moradita –entonces me asusté- me agarré mas fuerte de la gran mano de mi papi y acerqué mi vista para el lado izquierdo y ¡oh! Sorpresa, había otra bebé así de chiquita, me sentí algo extraño -eran mis hermanitas- ¡eran gemelas! Mi mami no podía alzarme no podía moverse mucho, me miró con ternura yo me alegré mucho al verla tan feliz, caminé algunos pasos hacia ella y dio una palmadita, me hizo muchos cariñitos, fui muy feliz, todos estuvimos inmensamente felices. Fue una experiencia hermosa y medio difusa, después no recuerdo más…
Mi mami no se abastecía con las gemelas, su leche materna escaseaba, y nos daba la leche en nuestros biberones “Evenflo”, era una fantasía beber su lácteo sabor (creo que los biberones le daban otro sabor a la leche, la hacían mas rica) los tres tomábamos de nuestros biberones, aunque cuando yo era mas bebé según mi papi, en los días cuando vivíamos en Lima y yo no tenía uso de razón, allá en la casa de Breña, yo tomaba leche ENCI ( iniciales de la Empresa Nacional de Comercialización de Insumos que durante los años 80’s el gobierno de un señor apellidado García hizo circular por la boca de todos, sin embargo pienso que todas las personas que la recuerdan viven algo resentidas y a todo mundo le dan una mala reseña de la marca en mención, ya que para conseguirla se tenían que formar inmensas colas entre ellos mi papi, era mil novecientos ochenta y siete y me supongo que era lo único que se podía beber como "leche" ) la que a falta de refrigerador, la conservaban en un contenedor de tecnopor y mucho hielo. No obstante los recuerdos de cuando mis hermanas tenían mas de un año de edad y tomábamos los tres en biberón son un poco mas sublimes, de ahí todo aun sigue grabado no se me olvida… ni tampoco la veces que me acomodaba en la cama mirando al techo jugando con mis pies tocando las paredes dándome vueltas tomando mi lechita era como estar en las nubes, que rico era tomar nuestra leche en los biberones “Evenflo”...


Creo que cuando cumplí cuatro años me pusieron en el jardín de niños 1570 en Angasmarca, la maestra era una familiar muy cercana, - mi tía Laly- prima de mi papi; los recuerdos de esos días son vagos, son de cuando un día llovía demasiado y estábamos haciendo unos dibujitos en el cuaderno, creo que eran unas graditas, y de pronto el cielo estuvo muy oscuro muy gris, y un relámpago me asustó muchísimo también los truenos todo era aterrador, me dio miedo y hacía frio, también recuerdo que jugábamos con unos bloques de madera, unos bloques muy lindos y de varios tamaños –supongo que los distribuía el ministerio de educación- hacíamos camioncitos y buses, los empujábamos sobre el piso del aula y hacíamos un gran tráfico en el piso del salón, la mayoría de mis amigos se arrastraban y terminaban con la ropa hecha una mugre, yo jugaba con cuidado –mi mami me dijo que jugara en cuclillas- en casa jugaba con mis hermanitas, también en la vereda y en la plazoleta al frente de mi casa, donde había una pileta de piedras talladas, en la que por cierto en todo el tiempo que duró, nunca vi que le haya salido una gota de agua, jugábamos y jugábamos, todo mi mundo era jugar, tenía un triciclo color azul con blanco, estaba bien pintadito, tenía dos asientos, ahí paseaba a mis hermanitas a las gemelas, y cuando no llevaba a nadie, ese asiento era una bulla enorme, que daba risa, yo pedaleaba a toda velocidad y las latas chasqueaban graciosamente que me emocionaban. Tenía a unos amigos mas grandes que yo, Pancho (mi primo, al que ahora le decimos el pavo) que vive frente a nuestra casa, de él tengo un remoto recuerdo, cuando un día jugamos hasta la noche en la vereda de la placita, y me ayudó hacer mi casita con palitos, con cartones y muchas piedritas, una casita lo suficientemente linda para mi imaginación que en esos días volaba demasiado rápido, nos quedamos hasta el anochecer hasta que eran mas de las seis de la tarde y ya el sol se había ocultado, y vino a buscarme mi abuelita y tuvimos que abandonar la casita, me dio mucha pena dejarla tan linda con su techito de palitos, su puerta y unos adornos de latas de leche que habíamos encontrado por ahí, al día siguiente ni la menor idea ni el menor caso, era tan niño que algunos recuerdos los mas frescos eran tan volátiles, que hoy por hoy vuelven luego de mucho esfuerzo…

Mi abuelita Bertha, me alistaba para ir al jardín, es que mis papis salían mas temprano a su trabajo, las gemelas se quedaban con María, la niñera ( la que hasta ahora le tengo mucha consideración y cariño) y por supuesto con mi abuelita, ella me cambiaba la ropa, me lavaba la cara y me peinaba -huy que triste- para esos días ya no tenía los ensortijados cabellos, por el contrario tenía los cabellos mas disparados de todos los niños de mi jardín, entonces mi abuelita Bertha, me peinaba perfectamente y en la parte mas rebelde de mis cabellos me aplicaba jugo de limón –vaya que buen permanente- y listo, todos mis pelitos se quedaban quietos hasta que se secaba todo y mi peinado quedaba tan tieso que duraba hasta la salida hasta cuando estaba de vuelta a la casa y era gracioso jugar con mis pelos tiesos, estaban tan pegados que me daban cosquillas. En aquellos días mi vida era el jardín, jugar y jugar muchísimo, estar con mis papis. En la noche veíamos televisión en el único canal que se sintonizaba en Angasmarca, era RTP que nuestro televisor blanco y negro captaba a duras penas, y como de costumbre solo veíamos televisión en la noche ya que no había fluido eléctrico permanente, nosotros teníamos una batería y la usábamos por la noche solo para ver los aburridos programas que entonces se trasmitían en RTP, bueno excepto esa telenovela japonesas que muchas veces nos hizo lloriquear (“Oshin”).

Los niños grandes, -mis amigos grandes- tenían sus “coches” (carritos de tabla con rodajes) yo moría por uno de esos, pero era muy chiquito para poder conducirlos; entonces Ulises un primo, recuerdo que me paseaba, mientras otros chicos empujaban, él me llevaba entre sus piernas ahí sentado, jugábamos alrededor de la vereda, de la posta, que lindo era pasear en “coche” aunque nos ensuciábamos la ropa, todo era muy lindo… yo fabriqué mi propio “coche”, aproximadamente cuando cumplí diez años y fui muy feliz… (continuará)