ANGASMARCA

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Conoce el maravilloso pueblo de Angasmarca

VILLA AZUL

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Conoce un lugar Maravilloso

RECORDANDO LOS PRIMEROS DIAS DEL AMOR

miércoles, 4 de febrero de 2009


Es domingo por la noche, me siento algo cansado, sin embargo esta alegría da para más, es tan maravilloso lo que me está pasando.El sábado pasado, Analy dijo que ya puede ser mi chica ¡que alegría! (hacía frio en el parque Copérnico, le di un beso y ella correspondió…) nuestras citas se hicieron vertiginosas iba casi todas las tardes al Copérnico nos aguardábamos el uno al otro, conversamos apaciblemente, nos tomábamos de la mano, caminamos por muchas rutas, nos quedamos muchas horas conversando de nosotros y de cosas que ahora ya ni tienen caso y cuando se tenía que ir lo acompañaba cerca a su casa, le pedía un abrazo y nos despedíamos; obviamente planeando la cita del día siguiente. A veces le digo ¿quien es mi reina? (le gusta jugar, es bromista) me dice -no sé- luego se ríe yo le digo – tu eres mi reina - entonces antes de irme le reitero –quien es mi reina?- y ella irónica y tierna me dice con una sonrisa de niña –tu no dices- la entiendo me rio y nos volvemos a abrazar se tiene que ir, yo camino por la avenida Villarreal y me voy a casa también .




El viernes, Analy me dice para ir a dejar flores a la tumba de su abuelita, (yo entusiasmado con la idea acepté) de alguna u otra forma me anuncia entre su familia (Para que María Rosa su tía le de permiso), diciéndole que iría al cementerio conmigo. Hacía un calor insoportable, me di mucha prisa (pensé que llegaba tarde) llegué a su puerta algo tenso de repente y salía su tía quien sabe y me hacía un cuestionario, sin embargo para alegría mía la reina estaba ahí esperándome –obviamente- y me dijo que María Rosa esta durmiendo, me presentó a Daniela su amiga y por fin salimos… ella estaba con el cabello humedito envuelta en una frescura que hacía contraste con la tarde que para mí parecía un asador. Caminamos por la vuelta de su casa, hasta la avenida América ahí tomamos el micro, la ilusión iba siendo pero el calor llegaba por todos lados, ella tomó el asiento para el lado de la ventana, pobrecita los rayos de sol le daban toditos, la veía sofocada (para disimular le hice conversar de cualquier cosa y le di un besito, después muchos mas…) estaba coloradita, el micro era un horno, a pesar de eso llegamos al campo santo, fuimos por un ramo, entramos abrazados, luego de la mano yo feliz y ella un amor…



Había un sepelio y por la multitud no pudimos pasar, esperamos algunos minutos sentados en una banquita a la sombra de unos fresnos y veíamos el verdor y las tantas flores en frente nuestro. Después de cuatro minutos caminamos con dirección hacia la tumba de su abuelita y que ironía, no podíamos encontrarla –es para este lado pero para allá – me decía, la buscamos pero nada, felizmente vino un jardinero le dimos el nombre, hizo una llamada por su walkie talkie y por fin nos dio la dirección exacta, (era en el O-65) caminamos algunos metros y por fin la encontramos, yo me persigne ella también, entonces se arrodilló , ambos acomodamos las flores y la vi recogidita a la pena de su abuelita, me conmovió verla así yo estaba en cuclillas, ella de rodillas hablando con su “abue”, yo pensaba en mi abuelita Bertha, los dos estuvimos callados su pena fue mi pena que tristeza por ella, nos volvimos hacer la señal de la cruz, caminamos lentos, por un momento no dijimos nada; luego volvimos a caminar abrazados hasta la salida y de a poquitos despedíamos esa congoja que deja en nosotros el hecho de visitar a un ser querido que ha partido ya de esta terrenal vida.



A la salida decidimos ir a caminar por la playa, (tomamos otro micro) aunque no hacía mucho calor igual el bochorno de las veraniegas tardes, importunaba nuestra paciencia. Bajamos del destartalado microbús, el sopor de la tarde, el calor que por momentos se iba pero que al rato volvía con fuerza como que nos desanimaba, caminamos entre los veraneantes que se amontonaban por la vereda y por la pista, caminamos por la arena, luego volvimos al paseo conversábamos desatinadamente (creo yo) en seguida nos adentramos por las casas caminamos como un kilometro, subimos hacia la iglesia que solemne, color blanco y con adornos color ocre nos esperaba muy arriba donde todos suben para sentirse dueños de la vista, donde mucha gente sube a rezar, o simplemente a fotografiar su paso por ahí, o mas simple (como nosotros) a ver el ocaso sentados sobre otra banquita abrazados, en nuestro caso, jugando a que nos queremos mas de la cuenta jugando a celebrar nuestros primeros siete días…


Al fondo en el horizonte allá donde nuestros ojos no alcanzaban a ver; estaba el sol como un disco color naranja proyectando sus fenecidos rayos (casi eran las siete) y el mar como un papel aluminio reflejaba las ultimas manchas de sol, nosotros ahí sobre ese bloque de cemento, serenos y fríos atestiguando los últimos halos de luz que el sábado dejaba observar… sentíamos que era amor que todo iba como lo esperábamos y reíamos a carcajadas pensábamos en su familia, pensábamos en las cosas graciosas de ellos y nos reíamos ella me contaba lo que pasa en su casa y vaya que extraordinarias son las personas que viven a su lado (así es Analy dice una cosa y me hace reír es como lo esperaba – con lo que a mi me gustan las bromas – y ella tan risueña, lo repito: es un amor)


Luego de ver apagarse el sol, caminamos por el malecón yo le dije “caminemos por la alameda” era una calle larga adornada con adoquines color guinda, entonces bajamos con cuidado, habíamos dejado atrás la iglesia grande, la que estaba pintada color blanco, la que a su lado tenía un cementerio...Caminamos con cuidado, descendimos por las gradas, iba oscureciendo y la calle daba sus luces anaranjadas yo la quería, yo la quiero, la tomé de la mano, nos abrazamos me dio un beso luego muchos mas...


Parecía que para nosotros tocaban un piano, los niños corrían entre la calle, todo era bonito, parecíamos extranjeros y de pronto veíamos el reflejo de las luces del muelle ¿lo recuerdas? color amarillo color rojizo, meciéndose por sobre las olas que imparables rompían en la playa; en Huanchaco hacía calor, caminamos por la vereda muy cerca a la orilla, vimos a alguien conocido -no me fijé- sino hasta cuando estuvo fuera de nuestro alcance ella me dijo (ves siempre hay alguien que nos ve) yo me reí la tuve a mi lado y la brisa adornaba sus cabellos, el fresco de las siete de la noche era de película, la alameda no tenia cuando terminar, vimos a mucha gente, un niño nos hizo reír (tu contagiante alegría me hizo feliz) cada vez era más tarde y no llegaba el microbús, la vereda seguía más allá muchos metros más allá y nosotros queríamos irnos y no llegaba el carro, nos mirábamos a veces estábamos abrazados y esa su dulzura venía por mí, pasaron cinco minutos fue muy lindo, un carro (el mismo que nos trajo) nos regresó (estábamos cansados) yo sentía que quería dormir, bajamos en el mismo lugar en el que partimos, la llevé muy a mi lado, nos despedimos y me dijo que le da pena que me vaya, me conmovieron esas palabras (volví a ser feliz, estaba creyendo plenamente en ella) la traje a mi pecho, era toda una escenita… y nos quisimos muchísimo , al otro día también fuimos felices (conocimos a Diana y caminamos mas de lo pensado) la vi dormir, ella también me vio dormido, comimos unos helados y nos fuimos a un lugar inesperado…


Te quiero mucho reinita…


Trujillo 25 de enero de 2008