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Cuanto extraño a mi papi...

viernes, 13 de junio de 2008


En estos días, cuando el día, su día de mi papi y de todos los padres se avecina, es cuando a uno se le vienen esas ganas de decir lo que a veces no podemos manifestar quizá por mera timidez (como en mi caso) o porque el carácter machista que algunos tienen no lo permite. Por mi parte cuando de expresar el afecto hacia mi papi se trata, no he tenido problemas o limitaciones, al contrario , recuerdo que desde niño los dos somos grandes amigos (aunque a veces esperamos ocasiones para decirnos los sentimientos ) y conversamos lo que nos pasa con esa confianza que solo un padre a su hijo puede dar y viceversa , sin embargo (creo yo) hay veces que ocultamos nuestros secretos, aun así solemos tener esa libertad que es el punto clave -para que a la larga- ambos podamos sentir esa confianza plena, yo por su puesto siento por él ese cariño, ese amor, ya que él ha vivido a mi lado toda la vida, observando esa asombrosa evolución que estoy sufriendo desde que abandoné el vientre bendito de mi madre…

En estos días previos, como siempre me he puesto a evocarlo y me han dado muchas ganas de escribirle estos párrafos, por que esta es otra manera de decirle lo tanto que lo quiero, lo mucho que lo extraño en las mañanas para decirle “buenos días papi” o en la hora de almuerzo sentado a su diestra para conversar de actualidad y contarnos chistes o mas emocionante para viajar a su lado viéndolo conducir su carro, sorteando accidentadas carreteras escuchando música del mp3 que grabamos juntos o simplemente tenerlo a mi lado por la noche y quizás en esa misma noche cuando haga frio observarlo fumar su cigarrillo, achinando los ojitos, aspirando y expirando el tabaco, conversando nuestro futuro, diciéndonos cada uno a nuestra manera lo mucho que nos echamos de menos , lo tanto que nos necesitamos…


A mi papi lo extraño desde siempre, ufff son tantos los recuerdos que de él tengo, que si me dedicaría a detallarlos, me tomaría mucho tiempo describirlos, hoy sin embargo quiero escribir algunos de esos incontables buenos recuerdos que a su lado he vivido:


Cuando era chico más o menos cuando tenía cinco o seis años, algunos veranos los pasábamos en Trujillo y por consiguiente mis papis estaban con nosotros aquí en Razuri, entonces recuerdo que una vez vino mi tío Juan Manuel en su camioneta a buscar a mi papi (no sé si para algún trabajo o para ir a divertirse) y recuerdo que mi papi iba salir y yo quería ir con él pero supongo habían razones para que no me llevase y me dijo que no podía ir con él. Tan ilusorios eran esos días (es que tenía cinco años y ver una camioneta tan bonita y ahí mi papi era para mi una felicidad) bueno yo desde luego pensé que quizás íbamos a ir de paseo por eso me entusiasmé y le pedí testarudamente que me llevase, pero nada, igual me dijo que no podía ir, de modo que me sumí en una depresión inimaginable, no sabía si llorar de pena o de rabia (parecía un loquito). Se despidió de mi (pero yo resentido estaba con la carita esponjada como un sapo), lo escuché irse, escuché el sonido de la puerta de la calle y lo sentía alejarse pero yo no me resignaba y en un segundo me puse mi jean y mis botincitos salí corriendo a verlo a suplicarle que me lleve en su camioneta de mi tío pero adversa fue la escena cuando al salir de la casa, la camioneta ya se estaba yendo entonces corrí con todas mis fuerzas, volteé la esquina y la camioneta aun lenta se alejaba (no sé que sentí ese día, pero me daba una especie de rabia mezclada con tristeza) lloré como nunca había llorado, lloré con todas mis fuerzas y no sé que palabras le dije a mi papi, me quedé llorando mi capricho sin entender nada, a penas tenía cinco años y ver a mi padre marcharse era como si me quitasen la vida.


Ya de noche, estaba jugando en la ventana del segundo piso, jugaba con mis carritos, soñaba demasiadas cosas, jugaba a solas y de pronto sentí como un presentimiento y me acordé de mi papi, volví a extrañarlo (habían pasado muchas horas desde que se fue) y todo mi jueguito quedó en nada y como suelen ser los niños yo inventé algo en mi fantasía (ya viene mi papi, esta llegando a la casa muy cerca, lo esperaré aquí en la ventana, seguro aparecerá por el parque) y decidí esperarlo ; basándome en mi excusa miraba con empeño esforzando mis ojos pero nada, por ratos lo confundía con otras personas pero cuando mas se aproximaban me daba con la ingrata sorpresa de que no era mi papi y me entristecía , así uno tras otro me sentía algo paranoico (me imagino chiquito, anhelando verlo, ilusionado aguardándolo ahí en la ventana parado en una silla para alcanzar ver un poquito mas) pasaron muchos minutos, mas de una hora y el cansancio se manifestaba me estaba dando sueño y parecía que renunciaba a mi plan de esperarlo en la ventana. Con desgano bajé de la silla me puse las sandalias y cuando estaba saliendo de la habitación, me pareció escuchar ese su silbido ese que aprendí desde que tengo uso de razón, y entonces me estremecí (ahora estaba seguro de que era él) de un brinco me subí a la silla lo vi venir con sus pasos decididos (¡que alegría!, era como ver a un héroe de la tele) - era algo mejor, era mi papito- bajé tan rápido como pude y él seguía dándome su silbido, yo loquito por él me desesperaba por abrir la puerta y al fin lo tuve conmigo lo abracé con todas mis fuerzas (“papito, papito”) le dije y no quería soltarlo; ese día sufrí por él, también fui el niño mas feliz porque me abrazaba y me alzaba muy arriba (aunque de niño me daban miedo las alturas, cuando él lo hacia no tenia miedo de nada) y yo no soltaba su mano.


Esa noche me acosté a su lado, me quedé dormido oyendo su hondo respirar y soñé que mi papi venía en una camioneta más bonita que la de mi tío y me llevaba lejos, hasta donde el cielo desaparecía y de a ratitos me dejaba conducir…


Hoy al escribir esos recuerdos siento como en los ojos se aglomeran algunas lagrimitas y en el pecho he sentido como un nudo, como algo que quiere salir pero que de a ratos se contiene. Será que el amor que nos tenemos es magno, ¿será la emoción de esperarlo hoy viernes trece como aquel día cuando tuve cinco años? Creo que es eso. Hace un rato lo llame a su móvil y me dijo que esta por el desvío de Otuzco, por eso hoy aquí en mi habitación lo añoro como siempre (aunque ahora yo tenga veintiún años) estoy ilusionado, impaciente, de a ratos pasan autos tocan el claxon y de un salto me asomo a la ventana, pensando que es mi papi que llega manejando su camioneta. Yo sé que de un rato llegará, eso me reconforta y por adelantado ya siento ese júbilo de tenerlo a mi lado.


Hoy es viernes trece de junio, pasado mañana será el día del padre y aun pienso en acostarme a su lado para verlo respirar, para verlo como le gana el sueño, para acurrucarme en su pecho para oír sus latidos o acariciar sus evidentes canitas, en fin él es el hombre que me dio la vida, el que en estos veintiún años de mi corta existencia esta desviviéndose por que yo su único hijo varón y nuestra familia estemos a buen recaudo, por eso, por un millón de recuerdos (que estoy obviando) y gracias a Dios estamos juntos para vivir juntitos (como en los viejos tiempos en Angasmarca) aunque sea por unos días aun así lo amo, lo amamos a mi papito Juan Francisco Gálvez Flores…

Confusiones de un encuentro

miércoles, 4 de junio de 2008


Ella esta ahí esparcida en mi lecho talvez como la canción, “…todita oliendo a mi”, regresa por detrás, sigilosa, al acecho mío, luego disipando el calor de mis pómulos, y abrigando mi sudor me toma, yo sigo pendiente de estas líneas, pienso en el momento, ella respira para mi, como que pasan dos minutos y la geografía abismal que hay entre su nariz y mis oídos está doblegada a su deseo, no sé si es pasión, sin embargo, la miro al frente, en el reflejo del monitor, ella sigue detrás mío escuchando Santa Lucia de Miguel Ríos yo no la ambiciono, yo la deseo yo la quiero para otras horas aunque para esta también como que me ingiere a cariños… seguramente es la atmósfera del momento que nos tiene turulatos ...

Ella esta detrás mío, mirando mi barba que no he cortado… y de vez en cuando acerca su vientre sobre mi espina dorsal, luego musitando una canción de ayer, me dice cosas candentes yo temiendo por que ese humor se me vaya, tocándola a penas y de lejos correspondo a sus delicadas acrobacias… Ella esta ahí esparcida en mi lecho talvez como la canción… respirando el tibio aroma de mi esencia y me siento extraño y me da gusto estar en esa situación y me da gusto oír una canción de la secundaria (es que a mi me da ternura pensar en los días aquellos…) Ella sin embargo sigue cantándome una canción que dice “que los años son sabios y que todo el tiempo…” y no sé que mas… es una mujer haciéndose mas mujer, yo soy el olvidadizo niño que se enamora en cinco minutos, yo soy el novel escritor de por estos aires y que de vez en cuando escribe mas allá de la realidad…

Ella se marchará, aguardará la próxima llamada yo seguiré aquí en el tercer piso, registrando mis momentos, jugando a ser el dueño de los vocablos, el dueño de las tétricas situaciones que a propósito me suceden… Faltan algunos minutos para las once ya el día esta hecho miro mi habitación y no sé como me libre de ella (la dejé ir, y la pasión no pudo ser) miro a mi alrededor y su índole de loba se presiente en mi olfato, seguramente ella también esta oliendo todita a mi, sin embargo me veo en la urgencia de olvidarme del efusivo encuentro que a ultima hora fracasó…

Ya ahora siento que el embeleso, de veras se ha marchado y siento una victoria trivial, al librarme de ese cuerpo pecador que hace unas horas dejé ir, ojala siga viviendo estos tiempos “solitario”, ojala algunos días después, por aquí por estos lares por entre mi pecho, germine lo que hace meses perdí por completo, es que era un niño es que podía hacerlo todo, (es que cuando ella decía “no” era que “si”) eso y tantos garabatos eran mi constitución esos y tantos desaires eran mi manera de quererla…

Concluyendo estas confusiones de un encuentro estropeado, siento los ojos caídos, los parpados pesados… iré por un poco de agua, dormiré y quizás en unas horas empiece a jugar con el directorio telefónico a ver si para la parte austral del día vuelva a ver a alguna mujer para discutir estos fortuitos encuentros…

Ya son mas de las once, esta noche seguiré jugando con el directorio seguiré huido en la red buscando el amor a diestra y siniestra equivocándome hasta la eternidad y regando alabanzas por doquier y pensando en que el amor ya no esta aquí para inventarlo de nuevo… aunque todavía es de día sigo con el pecado a cuestas…
Aun no sé si es rencor a un no sé si es decepción o si es pena disfrazada de soledad...
Son las once y cincuenta es tarde ya para explicar el verdadero significado de esta confusión…


PD: Este relato lo escribí en Angasmarca, un 19 de octubre de 2006.