ANGASMARCA

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Conoce el maravilloso pueblo de Angasmarca

VILLA AZUL

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Conoce un lugar Maravilloso

El día que se marchó mi mamá Bertha...

jueves, 28 de junio de 2007

Es otra tarde, es el fin de otras vacaciones, me despedí del pueblito mas querido, aquel de ocho horas de distancia, bailando, riendo y pensando en las incidencias que propone la vida, pues estoy con esta necesidad de preocupación, la augusta presencia de mi venerable abuelita se ha visto inquietada por uno de esos males que nadie espera, estos momentos son para estar sentados a su lado, son para ventilar aires de esperanza, nunca creí estos días…

Hace unas semanas seguí sus caminos, pisé sus parcelas, volví después de muchos años a recoger su siembra, volví a respirar el olor de las afueras del lugar, volví a saltar la acequia, volví a bajar sus laderas por entre la alfalfa raquítica en un lado y por el otro los restos del trigo ya recogido, era un sentimiento vibrante volver a pisotear esa tierra, y en el fondo el paisaje y a cientos de kilómetros mi abuelita pensando en nosotros…

De regreso pensé en si le había escrito palabras, como las aquí presentes; así medio tétricas medio echadas a la pena y ojeando mí diario encontré lo siguiente:

Que hará mi abuelita a esta hora que con el respiro hondo y la conciencia pintada de pena lo pienso en medio de estos cuadraditos que dicen llamarse renglones, soy feliz suturando los umbrales de la distancia, regreso a mi abuelita y la veo regando las flores eternas o resucitadas o transplantadas o hermosas inundadas de pigmentos carmesí, aunque de cuando en cuando nos expresa los dolores de cintura y de espinazo, más quiero estar allá, para adornar sus lívidos cabellos, antes que el tiempo cabeza gacha me sorprenda. Con estas palabritas recuerdo su humor y desato el frío conmovedor que recuerda mis días allá en la villa azul o quizá en un lugar bajo águilas…

Que estará haciendo a esta hora mi abuelita, como solía decir “…hay sol de muerto…” como siempre ella sentada a lado de la añosa puerta mirando el pasar de la gente que interminablemente le da los días y las tardes, al frente la vista soberbia de la peña y yo niño y todos con el mismo sentir vivimos esos días a su lado, entonces trenzando sus infinitos tejidos grochet, la mayoría blancos, todos perfectamente lindos…

O talvez estará entregándole la vida a sus plantitas, de mil colores, de un aroma como de luna en plenilunio y yo aquí estático añoro volver a verla para arrullar su añosa presencia y seguir viviendo juntos y evocar el pasado: “…hasta luego abuelita… Perseguir sus pasos o acaso de la mano y con una canastita y ahí dentro dos o tres manzanas cubiertas por un tapete, por siempre bordado con su mágica aguja de grochet. Nosotros felices, caminando (ya volteando la loma) divisamos el carrizo, yo aun mas feliz… jugaría con los niños del campo, correremos delante los perros y recogeremos pepas de nogal y mi abuelita me vigila al mismo tiempo desgrana sus esperanzas sobre los últimos maíces que la tierra parió.

Otras veces lo hallaba custodiando nuestra perecedera estufa que ardiente cocina el manjar de insuperable sabor… meneando el cucharón como vaivén, en aquellos días mis ojitos de niño lo contemplaban y: “ abuelita ya esta…? ” y ella mas maternal que siempre: “espérate hijito ya va estar ” , sigo mirando el cucharón empapado con la jalea láctea, que las manos urgentes de mi abuelita preparan. Y mas de un rato, ya todos rodeando la mesa, con ansias buscamos el cuchillo serrucho y éramos felices con el manjar aun despidiendo el tibio característico; mi madre muy amorosa nos trae la leche y en seguida vemos las noticias, al final gracias permiso”…(Trujillo 13 de octubre de 2005)

Es otra tarde, es el fin de otras vacaciones, me despedí del pueblito mas querido, aquel de ocho horas de distancia, todos estamos juntos, estas cosas pequeñitas que subrayo son para pensar mas en la octogenaria madre de mi padre… también es una ínfima muestra del grandioso amor y respeto que en mi familia le tenemos, muchos cariños para ti abuelita Bertha.

Sinceramente, tu Juan Carlitos

Trujillo 9 de agosto de 2006