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Los últimos días que pasé con mi mamita Bertha…

miércoles, 3 de octubre de 2007



“Hasta mañana abuelita, ya me voy, mañana regreso, descanse y esté tranquilita…” seguidamente un respectivo abrazo, la miro con alegría enajenada le toco la mano y me marcho, pero antes de abandonar la habitación presiento ya ese dolorcito en el pecho característico de las despedidas, no obstante mañana regresaré a saber mas de ella, a saber mas de la octogenaria madre de mi padre. Ya está anocheciendo y nuevamente constituyo motivos para escribir mis aflicciones, mis despilfarros de emociones que a veces vienen a quedarse por la noche aquí en mi habitación, la testiga tórrida e incauta observadora de mis días, de mis amaneceres y de los momentos frente a este monitor con algo de música a rompe lunas, fregando por ratos mis tímpanos…
Hace unos minutos se ha ido mi madre, como siempre cuando no separamos, me pasa lo mismo, además se consolida la soledad ya que las gemelas están viajando al sur yo mientras yo aquí velando mi cuarto, desbordando mi ternura, exteriorizando mis aflicciones ahora que no hay quien me vea, así con la cara hecha a las penas, -ni siquiera esta mi felino-, quien sabe estará divulgando su hambre por los techos contiguos, y yo aquí con la espalda meciéndome una y otra ves sobre la escuálida silla del comedor, pienso en mi mami, pobrecita ella, ayer y hoy ha sentido el pueril sabor de las despedidas, dejando que la separación cumpla su indeseado papel - debe ser lastimoso para mi mami el hecho de marcharse y llevarse de nosotros…su maternalísima presencia -
Pienso en la cátedra que dictaré esta noche aquí a los objetos inertes que me rodean, juntos aprenderemos a no tener miedo a no pensar en esa vaga sensación que se hace llamar soledad, que de por si esta merodeando, lo presiento y subo el volumen y me hastío con un sin fin de baladas, ojala así sea mas real y pueda sentir a las personas que amo, y así haga el intento de afrontar cualquier eventualidad que esta noche se nos vea venir…
Mientras tanto escribiré mas párrafos, en ellos hablaré de mi abuelita Bertha, en algunos contaré de sus tapetitos, de sus bordados en hilo Carmencita y de los miles de momentos a su lado, sin embargo el temor me somete, aunque sea un nadie escribiendo, es así como destierro de mis mundos la temerosa situación de estar solo, lejos de mis padres, y a diario con mi mamita Bertha la que algunos días la encuentro flagelada por una decadente enfermedad que prefiero no nombrar; otros días alegre… Mi abuelita Bertha la veo todos los días y ayer o no me acuerdo cuando fue que le dije: “…se acuerda cuando era niño y me quedaba dormido a su costado? Se acuerda cuando veíamos juntos las películas de Cantinflas?... abuelita Bertha se acuerda cuando en las tardes con sol de muerto comíamos los sublimes…” pobrecita, mi abuelita al oírme desorbita su emoción asiente con un giro afirmativo su carita y después de un minuto le seco la frente con papel suave ese que trae impreso figuras de perritos y circundo su frente y acabo con su extenuado sudor, también le doy un soplidito de aire, me mira y le acaricio las manos y le hablo de cualquier programa que pasan en la tele y nos quedamos viendo el “clon” , me quedo dormido, ella no, a pesar de su inexorable mal, ella me sigue cuidando como si siguiera siendo niño, me mira yo ya estoy atraído por el sueño y al rato despierto y ella sigue recostadita mirando la tele mirando por sobre sus pestañas el techo, me mira yo le sonrió ella también y lo quiero mucho; pero me tengo que ir y le digo: “Hasta mañana abuelita, ya me voy, mañana regreso, descanse y esté tranquilita…” seguidamente la abrazo, la miro con alegría enajenada le toco la mano y me marcho…
7.37 pm
Trujillo 20 de septiembre de 2006

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